La pesquería es una actividad ancestral en el país. Desde las culturas tempranas de la costa central (Caral, Bandurria, Pativilca, Casma) hay evidencias tanto de consumo de pescado, como de instrumentos para capturarlos. El mar proveyó de suficientes alimentos para complementar la producción agrícola y generar desde épocas tan antiguas organizaciones sociales con especializaciones productivas, jerarquías definidas e interacciones con dioses establecidos. Es decir culturas.
En la colonia no hubo una importante actividad pesquera y estuvo limitada a las pesquerías de alcance local y regional en diversas partes del litoral, para el consumo fresco o preservado en sal. En las primeras décadas de la república, el estado peruano se financió a través del guano, excretas de aves marinas cuya dieta fundamental era anchoveta.
A mediados de los cincuenta se inicia la industria de harina de pescado en base a anchoveta, demandado por la reconstrucción europea y las estrategias de seguridad alimentaria subyacente: la producción masiva de alimentos cárnicos
altamente especializados y tecnificados, para las cuales la harina de pescado era funcional. Esto afecta de manera importante el consumo de anchoveta que existía en diversas comunidades costeras del país relegándose a ser un alimento para animales, consumo que en los últimos años estamos recuperando.
En los inicios de la década de los 70 ocurrió el colapso de la anchoveta, la estatización para varios años después la privatización de la actividad harinera y la recuperación de la población de la anchoveta, el crecimiento de los mercados pesqueros diversos el establecimiento de cuotas por embarcación para merluza primero y anchoveta después, así como los principales problemas y retos que enfrenta en la actualidad la actividad pesquera peruana. Este será el énfasis del presente seminario- taller, que aporte al conocimiento y la información que disponen los comunicadores sociales respecto a la actividad pesquera y su dinámica actual.
El reto principal es la sostenibilidad. Un recurso colapsado afecta la economía, el empleo y la provisión de alimentos de la población que involucra.
